HISTORIA

LA SENDA NEGRA, RUTA POR LA SIERRA DEL OCEJÓN

SITUACIÓN E HISTORIA

Nos encontramos en plena Sierra del Robledal, más conocida como Sierra del Ocejón, ramal en dirección norte-sur de la Sierra de Ayllón. Forma parte del Parque Natural Sierra Norte de Guadalajara, y la peculiar forma constructiva con material de pizarra común en todos estos pueblos, la arquitectura negra, opta a ser declarada Patrimonio de la Humanidad.
 Todos los pueblos que vamos a conocer, la comarca entera, se encuadran en un hilo histórico similar. Así, se presupone que desde época prerromana ya pudieran existir núcleos de poblamiento en la zona. Algunas evidencias arqueológicas nos dan noticia de ello: cuevas del Jarama y Reno (Valdesotos), Turismo (Almiruete), Abrigo Enebrales (Tamajón), etc. Debido al secular aislamiento de la comarca respecto a vías de comunicación principales es posible que la importancia poblacional  no fuese muy importante, tampoco en el período romano o visigodo. Pero, desde el siglo X, época del Califato de Córdoba, es cuando se toma protagonismo en la zona por su valor defensivo al integrarse en la Marca Media, limítrofe con el reino cristiano castellanoleonés. Sería, pues, una zona de paso de ambos ejércitos, por lo que la población se concentraría en las plazas fuertes de Atienza y Buitrago. En décadas siguientes la parte meridional de Ayllón pertenece al reino taifa de Toledo hasta el 1085, el área norte es conquistada por el reino de Castilla y se constituyen varios concejos que asumen la repoblación de la zona. A fines del siglo XI, Alfonso VI conquista el reino de Toledo y así todo el norte de la actual provincia de Guadalajara formará parte del reino de Castilla. En el siglo XII se procede a una labor repobladora importante a partir de los concejos, pero también las órdenes monásticas y militares. Se produce un ordenamiento del territorio repartido en cuatro Comunes de Villa y Tierra (Sepúlveda, Ayllón, Atienza y Tamajón) que reparten su dominio sobre nuestra actual Sierra Norte. Por este tiempo se funda el monasterio cisterciense de Bonaval, en Retiendas, y los templarios se instalan en Albendiego.
 Los recursos económicos de estos primeros pobladores se basan en la agricultura, el bosque y la ganadería ovina que aumenta su importancia tras organizar Alfonso X el Concejo de la Mesta en 1273. Nuestra comarca estaba situada entre dos Cañadas Reales: la Segoviana y la Soriana, y un cordal une ambas pasando por nuestra zona.
 Los procesos de señoralización de la Baja Edad Media afectarán a la comarca y así en el siglo XIII el condado de Galve, inserto en el Común de Villa y Tierra de Atienza, pasará a engrosar las posesiones del infante D. Juan Manuel y más tarde, en el siglo XVI, será del príncipe de Éboli, duque de Pastrana; para hacerlo finalmente a la Casa de Alba. También, parte del Común de Sepúlveda pasó a dominio de la alta nobleza cuando en el siglo XIV la zona de la sierra del Cardoso fue donada por el Trastámara Enrique II de Castilla al poderoso linaje de los Mendoza, primero al Marqués de Santillana, pasando después y hasta su liquidación a los Duques del Infantado.
 Hasta el siglo XIX esta comarca mantiene estas estructuras jurídicas y económicas características del Antiguo Régimen, sin evolución alguna, y sin que le afectasen los avances que se estaban experimentando en zonas menos recónditas del país bajo el influjo reformista de los Borbones ilustrados. Solo Tamajón con la apertura de una manufactura de vidrio conoció una modesta actividad industrial.
 Con motivo de los efectos roturadores de las desamortizaciones del siglo XIX la comarca conoció su cénit demográfico, siempre considerando unas cifras exiguas, ya que el tradicional aislamiento nunca terminó de resolverse. Motivo principal de la despoblación sufrida en último tercio del siglo XX por estos lugares, unido al fenómeno del éxodo rural general, si bien en las últimas décadas se ha experimentado una recuperación sostenida, debido a la mejora de las comunicaciones, el fenómeno del retorno a las zonas rurales y el atractivo que para cierto sector de la población han recuperado, nuevas actividades económicas vinculadas al turismo rural, etc.

ARQUITECTURA NEGRA, NATURALEZA Y TRADICIÓN
 Como se ha mencionado anteriormente, esta zona es rica y espectacular en sus paisajes, además de mantener todavía, esperando que por mucho tiempo, un buen grado de conservación habiéndose mantenido algunos parajes totalmente inéditos, lo que ha ayudado a mantener su estado original. Así, en nuestra ruta podremos admirar algunos de ellos: chorreras de Despeñalagua, pico Ocejón, cascadas del Aljibe, valle del Jarama y Matallana, cuchillar del Asomante, muralla china y el Jaramilla, etc.
 Otro de los valores más significativos de la comarca, sin duda, es la arquitectura negra, que no encuentra parangón en toda la Península. Este aspecto genuino de nuestra tierra basado en la construcción de viviendas y el resto de edificios de los pueblos (corrales, fuentes, hornos, iglesias, lindes…) con el elemento principal constructivo que da esta tierra: la pizarra. Esta suele emplearse, sobre todo, en cubiertas y paramentos, y así se ha venido haciendo desde tiempos remotos.
 Para abundar en la riqueza etnográfica y la cultura tradicional de esta tierra pasamos a reseñar las numerosas fiestas tradicionales que aún perviven, habiendo desaparecido en otros pueblos como consecuencia lógica de la despoblación. Se mantienen las botargas en Retiendas, Arbancón, Almiruete; danzantes en Galve de Sorbe, La Huerce, Valverde de los Arroyos, Majaelrayo; vaquillones en Villares de Jadraque; chocolateros en Cogolludo; la Caballada en Atienza; la Machada en El Bocígano; etc.

 Destacamos por hallarse en nuestros lugares de paso:
-botargas y mascaritas de Almiruete: las botargas y mascaritas de este pueblo serrano de Guadalajara celebran sus fiestas el sábado de Carnaval. Son quince botargas hombres y quince mascaritas mujeres ataviados con trajes de origen medieval. Las máscaras de las botargas tienen aspecto fiero, en contraste con la elegancia de las mascaritas. Las botargas van ataviadas con polainas, cencerros, mantones, sombreros de diverso colorido. Atraviesan los campos y se aproximan a la aldea, para más tarde entrar en ella bajo un ensordecedor estruendo provocado por los cencerros, señal que también sirve para avisar a los vecinos de Almiruete que el espectáculo ya ha empezado.

-Danzantes de la Fiesta del Santo Niño y Botarga, de Majaelrayo: salen el primer domingo de septiembre. Otra de las interesantes fiestas con intervención de danzantes y botargas es esta, que se realizaba antiguamente el tercer domingo de Enero, festejando al Santo Niño; en ella intervenían doce danzantes, tambor, dulzaina y una botarga, realizándose también una Loa. A principios de siglo, se trasladó a la fecha actual para que pudiesen estar presentes los pastores trashumantes de la localidad.
Los actuales danzantes de la Hermandad del Santo Niño son ocho, cuatro “guías” y cuatro “guardas”, bailando varios años por ofrecimiento, visten enaguas, medias, zapatillas de esparto, faldón y camisa blanca, a la cintura mantones negros con ricos bordados, numerosas cintas de seda en la espalda y dos en bandolera roja y verde, se cubren la cabeza con una mitra adornada con flores artificiales que se quitan sólo para interpretar la danza del paloteo.
Acompañan a los danzantes un tamborilero con gaita y dos botargas, el primero va descubierto y viste pantalón y casaca de corte bufonesco con cascabeles en color marrón con rayas más claras, calcetas blancas, bastón y a la cintura un cuerno con cuchara lleno de gachas que le sirven para embadurnar a los chiquillos y a aquel que se duerma en misa. El segundo botarga viste rojo, azul y verde, sin careta y también con cascabeles, cachiporras y cuerno a la cintura; tanto esta como el botarga anterior ayudan a los danzantes sujetando el palo del baile de las cintas, subastando las andas y ofrendas tras la procesión y guardan el dinero de la colecta para las Ánimas del Purgatorio y la “Ronda de los danzantes” al día siguiente a la fiesta.

-Danzantes y botarga de Valverde de los Arroyos, de la Octava del Corpus: Declarada fiesta de interés turístico regional, se celebra diez días después del Corpus, siempre en domingo. Si algo caracteriza esta fiesta, es la vistosa vestimenta de los danzantes, en que destaca su alto gorro adornado con flores. Tampoco se queda atrás el botarga, figura tradicional en Guadalajara, vestido de vivos colores.  Las danzas que ejecutan, de origen pagano, no estuvieron ligadas a la celebración cristiana hasta el s. XVII, en que por bula del papa León XI, se les “permitía bailar cubiertos ante el Santísimo”.
 Los danzantes realizan su primera danza, la de la Cruz, en las eras, tras la misa. De vuelta en la plaza, interpretan la danza de los Molinos, de paloteo, en que parecen luchar blandiendo sus palos al son de la música. Le sigue la danza del Cordón, en que trenzan ocho cintas de distintos colores, alrededor de un palo que sostiene el botarga.  Y así, hasta completar las seis danzas que permanecen de esta antigua tradición, que, según los vecinos, llegó a tener hasta doce variantes.

Otras citas:
 Se ha convertido también ya en “tradición” la subida senderista al Ocejón, celebrada un par de semanas antes de Navidad, y que organiza el Club Alcarreño de Montaña, congregando a cientos de visitantes.
  Otras citas lúdicas, festivas o culturales, de nuevo cuño pero que van cogiendo arraigo en el calendario en rojo de estos valles son: Ranas Folk, festival itinerante por las aldeas del Ocejón, que se suele celebrar en junio; Media Maratón de montaña “Subida del Ocejón” que organizan los vecinos de Robleluengo; Certamen de Cine de Viajes del Ocejón, en Campillo de Ranas y Majaelrayo; mercadillo del trueque, en Majaelrayo; Cuentacuentos del Ocejón, con varias sesiones por casi todos los pueblos del valle; etc.


PUEBLOS DE PASO

 Destacaremos, a continuación, algunos de los aspectos más señalados de los pueblos por los que va a pasar nuestro itinerario:

Valverde de los Arroyos: situado en la ladera oriental del pico Ocejón es uno de los pueblos más conocidos por su cuidada arquitectura popular, con excelentes ejemplos de construcciones en pizarra y un notable esfuerzo de sus vecinos por mantener un conjunto impecable. Desde Valverde de los Arroyos parten varias posibilidades de ascensión al pico Ocejón (2048 msnm) como es nuestro caso, y otras excursiones, como la que se puede hacer a la Chorrera de Despeñalagua, una cascada de casi cien metros de caída, cuyo curso proviene del propio pico.
 Del modélico caserío de Valverde destacan el conjunto de la Plaza Mayor con algunos buenos ejemplos de construcción popular serrana, el juego de bolos y la fuente en el centro, y la iglesia, a un lado, construcción del s.XIX y en consonancia con el conjunto.
 Se celebra la tradicional fiesta de las danzas y botarga de la Octava del Corpus.

Campillo de Ranas: se emplaza su caserío en una posición central y privilegiada dominando el amplio y profundo valle a poniente del Ocejón y su serranía. Es cabeza del llamado “Concejo” y varias aldeas cercanas están bajo su administración municipal. Rodeado de suaves paisajes, robledales, lindes de pizarra y tainas para el ganado que cuenta aquí con abundantes pastos. Campillo de Ranas es un magnífico caserío de arquitectura negra, salpicado por callejones y plazuelas, y dominado por la altiva torre de su iglesia, obra toda ella de pizarra, variando las lajas con piedras calizas de diversos tonos que le otorga una original esbeltez. En la plaza, sobre la casa curato, se mantiene un original reloj de sol, además se completa con el espacio del mercado y el juego de bolos. Hay en este pueblo aún otros dos relojes de sol, uno en la esquina de la torre de la iglesia, y otro en la plaza mayor.

Roblelacasa: pequeña aldea que conserva gran autenticidad en su arquitectura popular serrana. Quedan restos de la iglesia de nave única con sacristía adosada, además de aleros de pizarra y porche con estructura de troncos de madera. De Roblelacasa, además, parten algunas de las excursiones más interesantes de la provincia: cascadas del Aljibe, hoces del Jarama y el Jaramilla, puente viejo de Matallana, etc. La aldea está rodeada de montes de jaras y robles.

Matallana: aldea que quedó despoblada en los años del éxodo rural y luego expropiada por ICONA, al tiempo que La Vereda y La Vihuela, aunque un grupo de allegados impidió al final su total destrucción. Hoy día la mantienen viva algunos nuevos pobladores alejándose del mundanal ruido de la modernidad urbanizadora, Sin duda, la elección no puede ser más acertada, ya que a Matallana solo llega un regular acceso por pista desde La Vereda y Colmenar de la Sierra, y por senda a Roblelacasa atravesando, hoy, un remozado puente que pese al intento de construirlo a la antigua manera le ha arrebatado la magia al lugar del emplazamiento del antiguo y tradicional puente de madera que salvaba el Jarama. Su aislamiento le dota de una dimensión espectacular y es que estamos ante uno de los pocos lugares al que apenas ha llegado lastre de “modernidad”. Este pueblo estuvo amenazado por el proyecto de una presa sobre el río Jarama para abastecer al Canal de Isabel II si bien, finalmente, se desestimó.

Corralejo: mínimo pueblo ganadero, al otro lado del Jarama y el Jaramilla, en la “Sierra del Cardoso”, unidad formada por seis pueblos: El Cardoso de la Sierra, Colmenar de la Sierra, Cabida, El Bocígano, Peñalba de la Sierra, y el propio Corralejo. Esta zona, hasta hace unos años, no tenía acceso directo por carretera con el resto de la provincia de Guadalajara. Hasta la construcción del sinuoso tramo de carretera conocido como “muralla china” con su bonito puente de pizarra salvando el río Jaramilla. Es la carretera que comunica Corralejo y Campillo de Ranas, con un entorno paisajístico que sobrecoge por lo abrupto del terreno, y unas pendientes que hacen lo propio. En Corralejo hay que destacar su fuente y la ermita.